lunes, 28 de marzo de 2005

Reutemann también pidió que los vecinos se queden en sus casas


El 29 de abril de 2003 el gobierno provincial dictó un decreto que recomendaba a los habitantes de la zona inundada permanecer en sus hogares. Esta decisión paralizó una orden de evacuación que hubiera salvado muchas vidas. Al igual que Marcelo Alvarez, el ex gobernador Carlos Reutemann, conspiró contra las chances de supervivencia de muchos santafesinos.




La memoria trágica de los santafesinos tiene registrada con dolor la criminal frase del ex intendente Marcelo Alvarez en la mañana del 29 de abril de 2003: “A los vecinos que hablan de la zona sur les digo que el Tacca está funcionando perfectamente, no tenemos problema en todo lo que sea casabomba 1, esto es, todo el barrio Centenario, la villa del Centenario, barrio Chalet, barrio San Lorenzo, barrio El Arenal, todo eso, no van a tener ningún tipo de inconvenientes”. Muchos le creyeron y a las pocas horas eran sorprendidos por el aluvión de agua que desvastó el suroeste de la ciudad. Se perdieron 120 vidas, miles de familias perdieron sus bienes y una gran parte de los afectados vió como el río se llevaba parte de su pasado y comprometía seriamente su futuro.

Pero Marcelo Alvarez no fue el único que conspiró contra las chances de supervivencia de los santafesinos. El mismo 29 de abril de 2003, el ex gobernador Carlos Reutemann firmaba el Decreto 963 que declaraba el “estado de emergencia” para el departamento La Capital – junto a otros distritos afectados del centro norte provincial -, y apelando “al tradicional espíritu solidario del ciudadano santafesino”, recomendaba: “mantener la serenidad facilitando el accionar de las fuerzas de seguridad y de defensa civil y permaneciendo en el ámbito familiar una vez finalizadas las tareas diarias”.

Este decreto con su recomendación de “permanecer en el ámbito familiar” condicionó las acciones del gobierno provincial y paralizó la evacuación de los barrios inundados que comenzó a ejecutarse la noche del 28 de abril en la zona de Barranquitas. De acuerdo a las estimaciones del experto de la Cruz Roja alemana, Pedro Zucarini, si los habitantes del cordón oeste de la ciudad eran advertidos del peligro, en pocas horas podían abandonar sus casas poniendo a resguardo sus vidas y bienes.

En las crónicas periodísticas de ese día quedó registrada la negativa de las autoridades provinciales a desmentir al intendente Marcelo Alvarez y la reticencia a asumir la responsabilidad de dar la orden de evacuación, pese a que ya se contaba con informes técnicos que señalaban el nivel que las aguas alcanzarían dentro de la ciudad.

Pasadas las 10 horas del martes 29 de abril, el periodista Germán Dellamonica relataba por LT9, “un breve contacto con el Gobernador”, en donde se recomendaba, “a todos los vecinos del oeste de nuestra capital evacuarse o autoevacuarse a raíz de la peligrosidad que presenta a esta hora de la mañana la estabilidad del terraplén Irigoyen”. Pese a los insistentes pedidos del colega, ni Carlos Reutemann, ni ningún otro funcionario de su gabinete, aceptó salir al aire para transmitir tan importante información.

Mientras tanto, los vecinos del oeste no sabían a que atenerse y permanecían en sus hogares hasta último momento, cuando el nivel del agua hacia difícil el rescate o la protección de los bienes.

A dos años de la trágica inundación, el Decreto 963 adquiere una nueva importancia, a partir del reclamo judicial por daños que miles de santafesinos presentaron contra el gobierno provincial.

De acuerdo a la demanda elaborada por el abogado Iván Cullen – en representación de más de 2.000 familias inundadas -, la Provincia tenía elementos técnicos y “estaba en conocimiento que la situación se iba a agravar, y sin embargo, lejos de disponer la evacuación de las zonas en peligro, le recomienda a la población permanecer en sus hogares”.

Este conocimiento previo de la situación, quedó reflejado en los considerandos del citado decreto: “Los pronósticos elaborados por los servicios meteorológicos prevén la continuidad de las actuales condiciones por varios días más”, razóm por la cual, “los organismos técnicos que analizan el caudal del Río Salado estiman que la situación tiende a agravarse pues el pico de la creciente aún no ha llegado”.

Otro dato revelador de los desaciertos de Carlos Reutemann – antes y durante la inundación - quedó reflejado en el Decreto 946 del 21 de abril de 2003, donde se declara en situación de emergencia y desastre agropecuario a distintas localidades y departamentos perjudicados por el desborde del río Salado, entre otras causas. Es decir, el gobierno provincial, ya sabía lo que estaba ocurriendo aguas arriba de la ciudad de Santa Fe, o al menos debía saberlo a través de “los organismos técnicos que analizan el caudal del Río Salado” mencionados en el Decreto 963.

Pese todas estas evidencias, el ex gobernador les pidió a los vecinos del cordón oeste, que “permanezcan en el ámbito familiar una vez finalizadas las tareas diarias”, sin atreverse a dar la orden evacuación que hubiera salvado numerosas vidas y mitigado el impacto de la inundación.

Autor: Pablo Bosch

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